Tecnología y educación
¿Qué piensan los padres sobre el uso de la tecnología en clase? ¿Son los ordenadores y dispositivos electrónicos enemigos o amigos del niño/joven en cuanto al proceso educativo y formativo se refiere?
Microsoft ha publicado los resultados de una encuesta este comienzo de curso que responde en buena medida a estas preguntas, y algunas más. En general es una visión optimista. En resumen:
- El 86% piensa que la tecnología (ordenadores y software educativo) es beneficioso para la educación de sus hijos.
- El 60 % se siente optimista y esperanzado respecto al rol que adquiere la tecnología en el aula.
- El 50 % piensa que las habilidades tecnológicas (programación entre otras) son esenciales en el desarrollo de sus hijos.
- El 67 % exige a los gobiernos que promuevan las habilidades digitales en los niños.
- el 75 % de los padres de familia piensa que las compañías transnacionales de tecnología (Apple, Google, Microsoft…) tienen la responsabilidad de cerrar la brecha digital que existe en la educación.
- Sólo el 23 % cre que la tecnología genera más empleos.
- El 63 % está preocupado porque sus hijos pasan mucho tiempo con dispositivos tecnológicos en casa.
- Únicamente el 28 % cree que los idiomas extranjeros son importantes*.
(* La mayoría de los encuestados son de Estados Unidos, que quizá tengan una percepción distinta de nosotros, en España, sobre este aspecto).
Quizá lo más llamativo de estos datos es el solapamiento entre ese 86 % que piensa que es bueno el uso de la tecnología en clase y el 63 % que le preocupa el uso de la tecnología en casa.
Desde nuestro punto de vista, en Wimba Robótica, lo que tenemos en este momento es una mezcla de brecha digital entre padres e hijos y una peligrosa falta de educación tecnológica, que los primeros no recibieron en su infancia/adolescencia y que los segundos, en la escuela, apenas reciben algunas charlas sobre el ciberacoso o privacidad en redes sociales.
El acceso a la tecnología debería ser gradual y en correspondencia con el crecimiento y fortaleza moral del niño/joven. Igual que en un momento determinado se les deja pasar a escribir del lápiz al boli, o se les va pidiendo que metan su plato en el lavavajillas después de cenar, o se les deja ir en bici solos, o que empiecen a elegir la ropa que se les compra…
“Lo bueno cuesta”. Y en este aspecto, la buena educación tecnológica nos cuesta tiempo y esfuerzo (en realidad es lo mismo para cualquier variante de la educación). Tiempo para entender lo bueno que se puede sacar de estas nuevas tecnologías y también lo malo, y el esfuerzo de definir cómo integrar lo positivo evitando los riesgos negativos. Tiempo para transmitirlo (y aquí el ejemplo es como en todo fundamental) y esfuerzo para estar pendientes de que nuestros hijos lo hagan bien.
Aunque el avance tecnológico en estos últimos veinte años se está produciendo a una velocidad de vértigo en comparación con etapas anteriores, en el fondo de la cuestión, es como en cualquier otra etapa de la historia: La tecnología no es buena o mala, sino que lo es el uso que hacemos de ella. Desde el descubrimiento de la rueda al microprocesador. Se pueden usar para cosas buenas y para cosas malas. Y la diferencia la marcamos las personas, en función de la formación de nuestro carácter.
Así lo vemos nosotros: Es fundamental aprender a usar bien la tecnología que nos rodea y que vendrá en el futuro próximo, y la clave para hacerlo bien es tener una educación sólida en valores que permita a cada persona a tomar decisiones adecuadas (desde cuánto tiempo dedica a juegos o redes sociales, hasta qué número de apps necesita realmente para facilitar su día a día, por ejemplo).
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